lunes, 6 de marzo de 2017

HISTORIA DE CARNAVAL

Érase una vez, en un país muy muy lejano, una pequeña princesa que vivía en un bonito palacio. Tenía todas las cosas con las que cualquier niño puede soñar pero la princesa no era feliz.
Fuera del palacio era primavera y los niños y niñas del reino se divertían entre las flores que adornaban el campo. La princesa los contemplaba triste desde su ventana, deseando ser una más. Su padre, el rey, le había advertido muy serio:
- Debes quedarte en el palacio, hija. Todos saben que eres la princesa del reino y que por ello, no pueden tratarte como a los demás.
Pasaban los días y la princesa continuaba sentada frente a la ventana, cada vez más triste, sintiéndose tremendamente desgraciada. El rey la observaba apenado, sin saber cómo hacer feliz a su querida hija.
Un día, el problema llegó a oídos de uno de los caballeros reales, que acudió en seguida a hablar con su majestad.
- Señor, creo que yo podría encontrar la solución. Si me da permiso, partiré esta misma noche y mañana estaré de vuelta con algo que podrá ayudar a la pequeña princesa.
El rey aceptó emocionado y, como el caballero había dicho, cabalgó toda la noche hasta llegar al Reino de Carnaval. Una vez allí, se dirigió al castillo donde habitaba el rey del país. Tenía fama de tener un armario enorme con millones y millones de cosas, más de las que nadie pudiera imaginar. Lo que no sabía el caballero era que había algo que ese rey odiaba profundamente: los niños. En silencio, escuchó el problema de la pequeña princesa y se dirigió a su gran armario. Mientras reía malvadamente pensó:
- Le daré una máscara horrible para que todos los niños sientan miedo y nunca jamás quieran jugar con ella.
El caballero cogió la caja que le entregó el rey Carnaval y, sin sospechar sus malvadas intenciones, regresó al reino y entregó a la princesa la solución a su problema.
La pequeña princesa miró extrañada la máscara, pero pensando que no tenía nada que perder, se la puso y salió a jugar con el resto de los niños. La contemplaron durante un largo rato, cuchicheando entre ellos, y poco a poco se fueron acercando. Al contrario de lo que el Rey Carnaval había planeado, los niños rieron divertidos y aceptaron encantados jugar con aquel personaje enmascarado.
La princesa se divirtió durante horas, hasta que llegó el anochecer. Fue entonces cuando, antes de volver a sus casas, los niños le pidieron intrigados que se quitara la máscara. Al descubrir quién era la niña con la que tan bien lo habían pasado todos la abrazaron y el rey, maravillado, decidió celebrar todos los años la llegada de la primavera con una fiesta muy especial: todos los habitantes del reino llevarían mascaras y disfraces para poder ser, por un día, el personaje que deseen.

2 comentarios:

  1. Me parece un cuento precioso, bien escrito, bien contado, bien estructurado y que atrapa al lector.¡Me encantas! Un saludo, ya voy.

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  2. jajajaja muchas gracias por tus grandes halagos hacia mi cuento de carnaval, me encantas el doble

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